La humillante caída del primer ministro británico Boris Johnson traerá satisfacción al corazón del presidente ruso Vladimir Putin y sus aliados de China, India e Irán, porque este hombre fue el hombre de EEUU, su mayor aliado, y el líder europeo más entusiasta en la guerra en Ucrania y en el apoyo de su presidente, Volodimir Zelensky. Tanto es así, que el liderazgo militar ruso amenazó con que Londres sería la primera capital que podría ser bombardeada con misiles hipersónicos rusos “Kinzhal”, que están cargados con ojivas nucleares de 10 toneladas, en caso de guerra. El Consejo de Seguridad Nacional de Rusia dijo: “Los mejores amigos de Ucrania se van y estamos esperando noticias similares de Alemania, Polonia y los estados bálticos”.
El estado de ocupación israelí estará de luto por la salida de su “amigo” más prominente. Johnson trató persuadir a varios líderes de que respondieran rápidamente a las solicitudes del presidente de EEUU, Joe Biden, de abandonar el acuerdo “OPEP Plus” con Rusia, aumentaran la producción de petróleo para reducir los precios, salvar la economía occidental y debilitar la economía rusa de paso, y se unieran al arma de boicot contra Moscú. Sus esfuerzos constituyeron un rotundo fracaso. Regresó a Londres, con la cabeza gacha y las manos vacías.
Admito que no pude soportar a este hombre desde el primer día de su rápida ascensión al liderazgo, porque derrotó a mi amigo Ken Livingstone, el alcalde izquierdista de Londres que apoya la justa causa palestina y se opuso ferozmente a la invasión estadounidense de Iraq. Siguió todos los métodos de mentira y engaño en la implementación del plan de la derecha racista estadounidense, liderada por Donald Trump y los de su calaña, para debilitar y fragmentar Europa.
Un canciller árabe que se reunió con Johnson en más de una ocasión expresó su asombro porque asumiera la cartera del Ministerio de Relaciones Exteriores, primero, y luego el cargo de primer ministro debido a su limitado conocimiento en temas internacionales.
La era de Johnson estuvo llena de fracasos y escándalos sexuales, de violaciones de la ley referentes a la pandemia del Covid-19 y de fracasos en el frente económico, donde las tasas de inflación llegaron al 10 por ciento, que es la tasa más alta en 40 años, la depreciación de la libra esterlina frente a otras monedas europeas y la rusa y china, el desplome del sector privado de servicios y la subida de precios y la escasez de combustible y alimentos en un país que era considerado un ejemplo. Por ello no es de extrañar que la mayoría de sus ministros y aliados en el partido gobernante se volviera en su contra. Esto se reflejó en la renuncia de más de 52 ministros y altos funcionarios de su gobierno en menos de 24 horas, lo que es un fenómeno sin precedentes en la política británica.
Johnson dejará el cargo el próximo otoño, a la espera de la elección de su reemplazo, dejando a su país frente a una serie de reveses y fracasos nacionales e internacionales, y la razón de ello son sus políticas miopes, la dependencia ciega de EEUU y la hostilidad al continente europeo, sin contar con que el país ahora está envuelto en una guerra no declarada contra Rusia, lo que llevó al agotamiento del agotado Tesoro británico al inyectar mil millones de dólares a la vez en la guerra de Ucrania. La policía británica libra otra guerra contra los ladrones que roban alimentos de los mercados y supermercados debido a los altos índices de pobreza y hambre en el país.
La destitución de Johnson del cargo de primer ministro, y no decimos renuncia, fue una buena noticia para la gran mayoría de los británicos y para el mundo. Las encuestas de opinión revelaron que el 72 por ciento de los británicos quieren que se vaya. Esto no significa que haya garantías de que su sucesor pueda ser mejor, pero no será absolutamente peor.
La guerra de Ucrania impuesta por el presidente Biden a Europa cambiará el mundo entero, y puede ser el principio del fin de la hegemonía occidental sobre el mundo, que duró casi un siglo, y lo que vendrá después de esta guerra no será igual que antes, especialmente para los antiguos países coloniales, cuyas monedas comenzaron a declinar (el euro y la libra esterlina están en su peor momento actualmente, y el dólar inevitablemente los seguirá), mientras el mundo se prepara para construir un nuevo sistema financiero que será el resultado de una canasta de monedas de los países “BRICS” (Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica).
Johnson es la primera piedra en el comienzo de la caída de dominó del sistema occidental, y los próximos meses y años pueden estar llenos de sorpresas.
Source: Abdel Bari Atwan – Rai al-Youm