El movimiento político y diplomático estadounidense-británico en relación con los acontecimientos en el Mar Rojo y el Mar Arábigo ha disminuido de manera significativa últimamente. Parece que los dos países que lanzan ataques contra Yemen dentro de la coalición “Guardián de la Prosperidad” se han convencido de que no tiene sentido intentar influir en el movimiento Ansarulá, ya sea a través de aliados como el Sultanato de Omán o de países que Washington considera oponentes, como China.
Washington y Londres están seguros de que todos los intentos de sobornar y amenazar a Sanaa han fracasado, y que no hay manera de detener las operaciones navales de esta última, excepto deteniendo la guerra de Gaza. Los expertos occidentales también reconocen que los ataques navales yemeníes están en una trayectoria ascendente, mientras que los datos publicados por el “Centro de Seguridad Marítima para el Cuerno de África”, dirigido por las fuerzas de la Unión Europea, muestran un claro aumento en el número de ataques, señalando que “desde noviembre pasado se han producido 132 ataques navales con misiles o drones contra barcos”.
En una publicación de blog que escribió durante el fin de semana en la plataforma LinkedIn, Lars Jensen, analista estratégico en la industria naviera, ex director de análisis de mercado de Maersk, y fundador de la consultora Vespucci Maritime, dijo en su comentario sobre estos datos: “Desde la perspectiva de reducir los riesgos de ataques lanzados por los huzíes, no se ha logrado ningún progreso”. Pese a lo anterior, la maquinaria diplomática tanto de Washington como de Londres no se cansan de buscar vías que les permitan sumar puntos frente a Sanaa en el actual conflicto marítimo.
En la sesión informativa mensual ante el Consejo de Seguridad, anteayer, Washington y Londres plantearon muchas cuestiones relacionadas con Yemen en un esfuerzo por limitar los esfuerzos de Sanaa para apoyar la causa palestina. La representante británica ante las Naciones Unidas, Barbara Woodward, planteó numerosas cuestiones, como la entrada de barcos comerciales en el puerto de Al-Hudeida, y trató de vincular la crisis económica en Yemen y el empeoramiento de la situación humanitaria en el país con el bloqueo impuesto por Sanaa a “Israel”. Reveló que 500 barcos entraron en los puertos bajo control de Ansarulá en la costa occidental de Yemen sin estar sujetos a inspección de la ONU durante los últimos siete meses, y afirmó que esto es una violación de la Resolución 2216 sobre la prohibición de suministro de armas a Yemen.
Por su parte, el embajador adjunto de EEUU ante las Naciones Unidas, Robert Wood, pidió a Irán que deje de transferir “cantidades sin precedentes de armas a los huzíes en Yemen”, insinuando que la llegada de estas armas provocaría la realización de “ataques imprudentes” contra barcos en el Mar Rojo y otros lugares.
En cuanto al llamamiento estadounidense-británico a todos los barcos para que cumplan con las inspecciones de la ONU, cabe señalar que a los países ribereños del Mar Rojo no les interesa provocar a Sanaa. Más bien, la posición de los funcionarios en Yibuti apoya la causa palestina y entienden el papel militar de Yemen en el Mar Rojo, considerándolo una posición humanitaria.
La cuestión más apasionante a nivel político y mediático que se planteó en la sesión informativa del Consejo de Seguridad es la cuestión del envío de armas de Irán a Yemen. En este contexto, Sanaa ha hablado más de una vez de su cooperación militar con muchos países, incluido Irán, considerándola una cuestión soberana en la que nadie tiene derecho a interferir. Además de lo anterior, informes occidentales confirmaron recientemente que Yemen fabrica la mayoría de sus armas y municiones en líneas de producción locales dentro del país. Así lo confirmaron los miembros del Congreso de EEUU, que informaron a la Casa Blanca que consideraban perdedora la apuesta por la reducción de las reservas de municiones del ejército yemení.
Source: Al Akhbar