En 2008, durante los Juegos Olímpicos de Pekín, el columnista del New York Times Thomas Friedman escribió una columna exaltando los avances de China durante la década anterior. En el artículo de opinión titulado “Siete años bíblicos”, Friedman escribió: “Mientras me sentaba en mi asiento en el Nido del Pájaro, observaba a miles de bailarines, tambores, cantantes y acróbatas chinos realizar su magia en la ceremonia de clausura. No pude evitar reflexionar sobre cómo China y EEUU han pasado los últimos siete años: China se ha estado preparando para los Juegos Olímpicos; nosotros nos hemos estado preparando para Al Qaida. Han estado construyendo mejores estadios, metros, aeropuertos, carreteras y parques. Y nosotros hemos estado construyendo mejores detectores de metales, Humvees blindados y drones”.
“Entonces pregúntate: ¿Quién vive en un país del tercer mundo?”.
“Sí, si conduces una hora fuera de Pekín, te encuentras con el vasto tercer mundo pobre de China. Pero lo nuevo es esto: las partes ricas de China, las partes modernas de Pekín o Shanghai o Dalian, ahora están más avanzadas que la América rica. Los edificios son arquitectónicamente más interesantes, las redes inalámbricas son más sofisticadas, las carreteras y los trenes son más eficientes y agradables. Y, repito, no obtuvieron todo esto al descubrir petróleo. Lo consiguieron cavando dentro de ellos mismos”.
Eso fue en 2008, pero 12 años después, Friedman, un conocido propagandista neoliberal, ha cambiado su tono. Mientras que en 2008 él se maravilló de la transformación de China, hoy se ha unido al coro de críticos contra el país asiático, afirmando que “China fue demasiado lejos en una amplia serie de temas”. Luego se lanza a una letanía de quejas que casi se toman literalmente de los argumentos republicanos contra China, como los del columnista de Fox News Daniel Hoffman. Ambos lanzan alegaciones como la militarización por parte de China del Mar de la China Meridional y afirman que China está robando secretos militares y comerciales a EEUU, que China ocultó el estallido y severidad de la epidemia de coronavirus, que China amenaza a los activistas en Hong Kong con la nueva ley de seguridad etc etc.
Entonces, ¿qué ha cambiado para Friedman en la última década? ¿Por qué China ha pasado de ser un país que debería ser visto favorablemente e incluso emulado a uno que despierta un oprobio casi universal en los medios de comunicación occidentales de todo el espectro político? ¿Ha cambiado China realmente tanto? ¿O es la percepción occidental de China la que ha cambiado?
China no es diferente de lo que era antes. Es EEUU el que se ha vuelto más agresivo, provocando que China tome medidas. El pivote asiático de Obama obligó a China a apuntalar sus defensas en el Mar del Sur de China, considerado durante mucho tiempo como su territorio soberano. Lo mismo se aplica a Hong Kong, Taiwán y Xinjiang. Las políticas de China en esas áreas son una reacción a los intentos de EEUU de desafiar la soberanía china en las tres regiones al apoyar a las fuerzas separatistas empeñadas en desmembrar a la República Popular China. Con respecto al comercio, China ha emprendido reformas que han mitigado muchas quejas occidentales. La guerra comercial iniciada por Trump, que impuso aranceles a las importaciones chinas, fue una parte de su promesa de campaña de “Hacer EEUU Grande”. Y para poner la guinda al pastel, tanto Hoffman como Friedman repiten la falsa narrativa de que China de alguna manera ocultó y encubrió el origen y la propagación de COVID-19 cuando la evidencia está ahí para que todos vean de que no hizo nada por el estilo. De hecho, fue Occidente quien falló en su propia respuesta a la pandemia, no China.
Entonces, ¿por qué el cambio de opinión de Friedman? La razón es simple: los éxitos de China y los fracasos de Occidente. Desde 2008, China ha pasado de una historia de éxito a otra. Está tomando la delantera en ciencia y tecnología. Ha desplegado un sistema de comercio electrónico que supera con creces cualquier cosa que haya en EEUU o en otros lugares. Está resolviendo sus muchos problemas internos, como el alivio de la pobreza y la degradación ambiental, estableciendo una red de transporte del siglo XXI, con más ferrocarriles de alta velocidad que el resto del mundo combinado, y difundiendo su conocimiento y experiencia al resto del mundo en desarrollo a través de su Iniciativa del Cinturón y la Ruta, todo lo cual demuestra que China está recogiendo el relevo del liderazgo mundial dejado por EEUU y sus aliados occidentales.
China está ascendiendo mientras Occidente está en declive y este último se está asustando, ya sea por boca de un neoliberal como Friedman o de un archiconservador como Hoffman. Esa es la verdadera razón del intento de Occidente de atacar a China desde todos los lados. Es una estratagema desesperada que ciertamente fracasará.
Source: Press TV