El secretario general de Hezbolá, Sayyed Hasan Nasralá, apareció en su primer discurso después de la Guerra de Julio de 33 días en 2006, calificando el resultado de la guerra como una “victoria divina” que establecería nuevas ecuaciones en la región.
En su rotundo discurso el 22 de septiembre de 2006, Sayyed Nasralá expresó su conocida declaración: “La era de las derrotas se ha ido. Es el tiempo de las victorias”.
Justo cuando se anunció el cese de las hostilidades el 14 de agosto de 2006, surgieron preguntas sobre el resultado de la guerra. En el lado libanés, más de 1.200 civiles libaneses fueron martirizados y al menos otros 4.000 resultaron heridos, lo que se sumó a la destrucción masiva causada por el bombardeo aéreo israelí durante 33 días. Por otro lado, al menos 150 militares israelíes murieron y otros 450 resultaron heridos.
Dadas estas cifras, surgieron dudas sobre si el Líbano y la Resistencia han salido victoriosos o no.
Durante largos años, la controversia sobre la victoria y la derrota en las guerras ha continuado existiendo. Si bien muchas voces toman el número de bajas como un indicador a este respecto, otras se centran en diferentes factores.
Hablando de la definición de victoria en las guerras, es posible ver que la victoria se define como la capacidad de lograr los objetivos establecidos al comienzo de cualquier guerra junto con la capacidad de trasladar los logros militares obtenidos al campo de la política.
La Segunda Guerra Mundial puede ser un buen ejemplo para probar la teoría mencionada anteriormente.
Solo el 17% de las víctimas de la guerra pertenecieron a los países del Eje, mientras que el 83% de las víctimas eran de los Aliados, el bando que salió victorioso al final de la guerra.
Los objetivos bélicos israelíes en la Guerra de Julio
Volviendo a la Guerra de Julio, la entidad sionista anunció que los objetivos de lanzar su agresión contra el Líbano eran los siguientes:
– Lograr la liberación de los dos soldados israelíes que Hezbolá tomó como prisioneros el 12 de Julio de 2006.
– Detener el lanzamiento de cohetes de Hezbolá contra los territorios ocupados.
– Desarmar a Hezbolá.
Cabe mencionar aquí que los funcionarios israelíes, en ese entonces, usaban el término “aplastar a Hezbolá” mientras hablaban sobre los objetivos de la Guerra de Julio.
La guerra terminó en agosto y ninguno de estos objetivos se logró. Los cuerpos de los dos soldados israelíes secuestrados fueron devueltos al año siguiente (julio de 2007) en un acuerdo de intercambio indirecto mediado por Alemania entre Hezbolá y la entidad sionista.
Los combatientes de Hezbolá no dejaron de lanzar cohetes. Las ciudades israelíes estuvieron bajo el fuego de la Resistencia libanesa durante 33 días.
Además, Hezbolá mantuvo sus armas. Y aún más, el movimiento de resistencia libanés ha fortalecido considerablemente su poder militar desde 2006.
¿Objetivos cambiados?
Pasados trece años desde la Guerra de Julio, que estableció el equilibrio de poder entre la Resistencia libanesa y la entidad sionista, el ex jefe de gabinete israelí, Gadi Eisenkot, enumeró en un artículo publicado por el Instituto de Washington el 8 de julio de 2019, los supuestos objetivos “estratégicos” de la entidad sionista en la Guerra de Julio.
– Fortalecer la disuasión israelí en la región.
– Detener el terrorismo procedente del territorio soberano del Líbano
– Obligar al gobierno libanés a asumir la responsabilidad del control del Sur
– Presionar a Hezbolá para que devolviera a los soldados capturados
– Causar un daño significativo a Hezbolá y sus capacidades militares
– Mantener a Siria y los territorios palestinos fuera de la guerra
Ninguno de tales objetivos fue anunciado por Tel Aviv en 2006. El objetivo de Eisenkot era, pues, falsificar la historia y cambiar los objetivos para enmascarar la derrota israelí en la Guerra de Julio.
Lo interesante de esto es que un ejército de ocupación, que una vez se consideró a sí mismo invencible, usa ahora el término “disuasión” frente a un movimiento popular de resistencia, reconociendo así que Hezbolá ha impuesto su propia ecuación de “disuasión”, un hecho que ya viene a significar implícitamente el fracaso de los otros objetivos israelíes enumerados.
Preocupaciones israelíes
Por su parte, los funcionarios israelíes han considerado durante los últimos años a Hezbolá como la única fuerza árabe que ha derrotado al ejército israelí en las últimas tres décadas.
Con las amenazas de pesadilla de Hezbolá de conquistar Galilea, causar enormes daños a la entidad sionista con misiles de precisión y atacar los tanques de amoníaco de Haifa o el reactor nuclear de Dimona, los comandantes militares israelíes creen que solo el cese el fuego los hará sentirse seguros de nuevo.
Mientras tanto, el pueblo israelí considera los esfuerzos “defensivos” de su ejército, el muro en la frontera con el Líbano y el sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro como medidas inútiles.
Trece años después 2006, los recuerdos de los enfrentamientos de la Guerra de Julio con Hezbolá, sumados a la experiencia que el movimiento de resistencia libanés ha adquirido de la guerra de Siria, son suficientes para disuadir a “Israel” de lanzar un nuevo conflicto futuro contra un Hezbolá invicto.
Source: Sitio de Al Manar en Inglés