En un día histórico, una multitud participó en la ceremonia fúnebre del secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, junto con Sayyed Hashem Safieddin, en la capital libanesa, Beirut. El lugar donde se concentró la multitud fue la Ciudad Deportiva, que fue testigo de este importante evento nacional, además de muchas delegaciones árabes e internacionales que participaron en el funeral para expresar su profunda lealtad a la resistencia y a su Maestro Mártir.
En momentos conmovedores, la Ciudad Deportiva se llenó con el sonido de vítores atronadores, mientras las manos se alzaban para dirigirse al cielo y reafirmar el juramento y la lealtad a los dos maestros mártires, y las lágrimas se mezclaron con la determinación y el dolor se encontró con la fuerza.
Las calles del Suburbio del Sur de Beirut se llenaron de participantes de todas las edades, para despedir al líder que encabezó la marcha de la resistencia y enarboló la bandera de la verdad frente a la ocupación.
En su discurso durante la ceremonia en la Ciudad Deportiva, el secretario general de Hezbolá, Sheij Naim Qassem, confirmó que Hezbolá aceptó la petición del enemigo de un alto el fuego basándose en consideraciones estratégicas, y añadió: “Nos comprometimos a cumplir el acuerdo, pero “Israel” no lo respetó, y aquí comienza la responsabilidad del Estado libanés tras la expiración del plazo del acuerdo para la retirada del enemigo”.
Sheij Qassem subrayó que la resistencia sigue vigente, fuerte en su presencia y disposición, y es un derecho que nadie puede arrebatarle. Subrayó que “Israel” debe retirarse de todas las zonas que todavía ocupa, explicando que la resistencia está escrita con sangre y no necesita tinta sobre papel. Envió un mensaje al enemigo: “Mueran en su ira, la resistencia sigue vigente y fuerte y continúa”.
Numerosas personalidades políticas y diplomáticas de todo el mundo asistieron al evento. El presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri, asistió en representación del presidente Joseph Aoun, mientras que el primer ministro Nawaf Salam estuvo representado por el ministro de Trabajo, Mohammad Haidar, además de varias personalidades políticas y religiosas, dignatarios y representantes de partidos libaneses, árabes y extranjeros.
Además de la presencia oficial libanesa, hubo una presencia iraní de alto nivel que incluyó al presidente de la Asamblea Consultiva Islámica de Irán, Mohammad Qalibaf, el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, y varios altos funcionarios políticos y militares iraníes.
Durante la ceremonia, el Imam Jamenei destacó en una declaración leída por Sayyed Mojtaba al-Husseini, que “el gran muyahidín y líder pionero de la resistencia en la región, Su Eminencia Sayyed Hassan Nasralá (que Dios eleve su estatus), ha alcanzado ahora la cima de la gloria. Su cuerpo puro será enterrado en la tierra del yihad en el camino de Dios, pero su espíritu y su actitud brillarán cada día más, si Dios quiere, e iluminarán el camino de quienes lo sigan”.
Una delegación de cuatro personas, entre ellas los clérigos del Islam y musulmanes Sheij Mohammad Hassan Akhtari, Sayyed Mojtaba al-Husseini, Sheij Mohsen al-Qomi y Sayyed Reza Taqavi, fue a la capital libanesa, Beirut, para representar al líder del Imam Jamenei en las ceremonias fúnebres del líder mártir Sayyed Hassan Nasralá y del mártir Sayyed Hashem Safieddin.
La presencia de las delegaciones iraquí y yemení también fue notable e influyente, ya que participaron representantes del gobierno iraquí y de las facciones de la resistencia, para confirmar la plena solidaridad con el Líbano, su pueblo y su resistencia. La presencia yemení también tuvo su propio carácter especial.
La presencia palestina fue un elemento esencial, ya que participaron representantes de las facciones de la resistencia palestina, que expresaron su lealtad a Sayyed Nasralá. Esta participación fue una renovación del compromiso entre la resistencia en Palestina y el Líbano de continuar su lucha contra la ocupación israelí.
A la ceremonia asistieron delegaciones de revolucionarios de todo el mundo, desde Indonesia hasta Venezuela, donde se congregaron los seguidores de Sayyed Nasralá y los partidarios de la causa palestina, además de los combatientes que llevan la bandera de la resistencia contra la hegemonía estadounidense.
Los manifestantes acudieron a expresar su firme apoyo a los principios de libertad y justicia que el líder mártir siempre defendió, y a confirmar la unidad de las filas de la resistencia frente a la injusticia y el colonialismo en todas partes.
A pesar de las amenazas de la ocupación israelí, a través de aviones de guerra israelíes que volaban a baja altura sobre la ciudad deportiva, la respuesta de la multitud fue firme. La respuesta llegó en forma de fuertes cánticos y mensajes de solidaridad y coraje, ya que los aviones de guerra no afectaron a la multitud, sino que la hicieron más decidida a seguir resistiendo a la ocupación.
Después de que se completó la ceremonia fúnebre en la Ciudad Deportiva, los cuerpos de los dos mártires fueron trasladados al Suburbio del Sur de Beirut, donde el cuerpo de Sayyed Hassan Nasralá fue enterrado en su santuario privado, que seguirá siendo un símbolo de firmeza y desafío frente a los tiranos. El cuerpo de Sayyed Hashem Safieddin será trasladado a su ciudad natal, Deir Qanun al-Nahr, en el sur del Líbano, donde será enterrado el lunes en presencia de las autoridades y el público.
El camión que transportaba los cuerpos de los dos mártires se abrió paso con dificultad entre la enorme multitud de personas que acudían de todas partes para despedir a sus líderes. El camión pasó lentamente, en medio de una escena conmovedora de manos alzadas entre la multitud y ojos llenos de lágrimas.
Fueron momentos históricos y grandes testimonios grabados en la memoria del pueblo libanés y de los pueblos árabes, para confirmar a todos que la resistencia no se detiene y que la bandera del mártir permanecerá en alto hasta que se logre la victoria.
El mensaje del día fue claro: la resistencia en el Líbano y Palestina continuará y los sacrificios hechos por Sayyed Nasralá y Sayyed Hashem Safieddin serán un incentivo para las generaciones futuras. La llama de la resistencia encendida por estos dos líderes y otros líderes mártires permanecerá encendida hasta la victoria.
La Ciudad Deportiva se llenó desde la madrugada de seguidores de Sayyed Nasralá.
Desde la madrugada, las calles de Beirut comenzaron a presenciar una afluencia masiva de delegaciones que llegaron de todo el Líbano, cargadas de sentimientos de lealtad y gratitud, para registrar otro día de sacrificio y orgullo.
La Ciudad Deportiva Camille Chamoun se llenó de decenas de miles de seguidores del secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, que acudieron para participar en el funeral de dos símbolos de la resistencia, los mártires Hassan Nasralá y Hashem Safieddin, que fueron martirizados en las traicioneras incursiones israelíes durante la agresión al Líbano.
En medio de estos momentos tristes, que estuvieron dominados por el dolor y las emociones desbordantes, los participantes llevaron orgullosamente las banderas de Hezbolá y del Líbano, junto con las imágenes de los dos mártires que dejaron su huella en la historia de la resistencia.
Su imagen no era sólo un recuerdo, sino un faro de esperanza y luz, del que irradiaba determinación y resolución para continuar en el camino que eligieron, que es el camino de la resistencia y la lucha contra la injusticia. Mientras se alzaban las voces de dolor, también hubo voces que repetían que el martirio de Sayyed Nasralá y Sayyed Safieddin no es el final, sino más bien el comienzo de una nueva etapa, más decidida a lograr la victoria y avanzar en el camino de la liberación de la tierra y la dignidad.
Las calles que conducían a la Ciudad Deportiva estaban llenas de multitudes de personas que acudieron en masa desde todos los rincones del Líbano, viejos y jóvenes, mujeres y niños, respondiendo al llamado de la lealtad y la promesa que hicieron a los mártires y a la causa. A pesar de los desafíos a los que se enfrentaron, desde las amenazas de los enemigos hasta las duras condiciones climáticas, su voluntad fue más fuerte que cualquier obstáculo. El camino hacia la Ciudad Deportiva fue una verdadera prueba del nivel de lealtad y devoción, y la multitud expresó su firme determinación de continuar en el camino de la resistencia, sin importar los sacrificios.
Este funeral, el mayor y más grandioso en la historia del Líbano, quedará grabado en la memoria de las generaciones futuras como un hito en el camino del orgullo y la lealtad. Cada paso del camino, cada momento de la ceremonia, encarna una nueva era que no termina con el martirio, sino que siempre permanecerá viva en los corazones y las mentes.
Source: Al Manar