El fracaso de la operación preventiva israelí y la incapacidad de impedir que Hezbolá respondiera al asesinato del comandante militar Fuad Shukr fueron acompañados por una movilización mediática israelo-estadounidense para camuflar el fracaso y distorsionar los hechos, antes de que los israelíes y los estadounidenses la siguieran con la presión político-diplomática de las Naciones Unidas.
En un contexto directamente relacionado con la guerra, el Líbano e “Israel” se enzarzaron en un tormentoso enfrentamiento en las Naciones Unidas sobre la decisión de renovar las fuerzas de la FPNUL. Todos los años, antes de finales de agosto, los estadounidenses intentan introducir enmiendas a la decisión de prolongar las fuerzas de la FPNUL. Repitieron el intento este año y quisieron añadir títulos políticos que no tienen nada que ver con el trabajo de la FPNUL, ni de cerca ni de lejos. El Líbano se adelantó a todo esto con una maniobra diplomática temprana (hace más de dos meses) y el embajador Hadi al-Hashem presentó un punto de vista racional que convenció a los países interesados de renovar la FPNUL según la antigua fórmula sin enmiendas, algo que Francia adoptó oficialmente.
Pero lo que ocurrió fue que la parte estadounidense entró en la contienda en el último minuto, buscando imponer una enmienda en dos cuestiones básicas:
Primero, acortar el mandato de un año a tres meses, o seis meses, como si algo pudiera cambiar durante esos tres meses.
Segundo, modificar la cláusula relacionada con el cese de las operaciones militares, donde exigieron verbalmente reemplazarla por “desescalada”, y por escrito eliminaron la frase por completo, de una manera que se entiende en los círculos de política y seguridad como dar a “Israel” carta blanca para practicar su agresión contra el Líbano sin ser acusado de violar la Resolución 1701.
Aquí, surgió una integración sin precedentes en la posición libanesa, entre el primer ministro Nayib Miqati, el presidente del Parlamento Nabih Berri, el ministro de Asuntos Exteriores Abdulá Bu Habib y la misión libanesa ante las Naciones Unidas, donde los estadounidenses, franceses y otras partes internacionales escucharon por primera vez una declaración unificada libanesa, una posición que también contó con el apoyo de Hezbolá, como el principal actor sobre el terreno.
Tras deliberaciones que duraron más de tres días, el embajador libanés explicó que no es posible, por ejemplo, exigir una mayor libertad de movimiento para las fuerzas de la ONU, como quería el enviado estadounidense Amos Hochstein, mientras sus soldados se esconden en refugios desde el 7 de octubre, al tiempo que subrayó aquí que los países que participan en la FPNUL envían a sus soldados como “fuerzas de paz” y no como combatientes militares.
Europa en general, y especialmente Francia, Italia y España, no tienen intención de cambiar las tareas asignadas a sus fuerzas en el Líbano, ya que se niegan a que sus soldados mueran por la seguridad de “Israel” o para satisfacer las ambiciones de EEUU. Francia se ha adherido a la posición libanesa, contrariamente a la posición estadounidense-israelí. En esta ronda también se manifestaron posiciones de apoyo al Líbano por parte de Eslovenia y Suiza, ya que ambos países exigieron que se aceptara la solicitud libanesa e insistieron en añadir una frase especial que obligara a las partes a respetar el derecho internacional humanitario y a proteger a los civiles y a los niños. A pesar del distanciamiento ruso-europeo durante dos años, los europeos han trabajado codo con codo con Rusia, China y Japón, en conjunción con la posición avanzada de Argelia, que representa al grupo árabe entre los quince países que votaron por unanimidad a favor de prorrogar el mandato de la FPNUL como desea el Líbano y sin tener en cuenta las observaciones israelíes.
En esta ronda, los estadounidenses se encontraron ante un dilema sin precedentes en el Consejo de Seguridad, ya que EEUU tuvo que elegir entre renovar el mandato como deseaba el Líbano o abstenerse. Los estadounidenses pensaron en abstenerse de votar, pero se dieron cuenta de las consecuencias negativas de esta medida, sobre todo para su papel en el Líbano, pese a que el propio Hochstein expresó su enojo y decepción por el resultado alcanzado por el Consejo de Seguridad. El resultado final se reflejó en los discursos de los delegados libanés e israelí, donde el primero agradeció a los países involucrados con amabilidad y cortesía, mientras que el delegado israelí lanzó un ataque contra estos países con el mismo nivel de descaro y grosería al que se han acostumbrado los pasillos de las Naciones Unidas desde el 7 de octubre.
Lo nuevo es que la batalla en el Consejo de Seguridad mostró que la posición oficial libanesa, coordinada con la resistencia, goza de aceptación internacional, contrariamente a lo que están difundiendo algunos partidos locales. La batalla también reveló los continuos esfuerzos del enemigo por explotar cada vez más la presencia de las fuerzas de la FPNUL, especialmente en términos de determinar su movimiento sin una coordinación con el ejército y los servicios de seguridad del Líbano y apostar por cambios en el equilibrio de poder a favor de “Israel”. Cabe señalar que ambas partes consideran que detener la guerra en Gaza no obliga a “Israel” a volver a la situación anterior al 7 de octubre.
Parece que el enemigo ha vuelto a su primera obsesión, que es la de devolver la situación a la de 2006, con el objetivo de tranquilizar a los colonos del norte, pero con la garantía de que el escenario del 7 de octubre no se repetirá en Galilea. Por el contrario, Hezbolá busca, mediante tácticas de guerra precisas, imponer una ecuación que permita volver al 7 de octubre de 2023, ni antes ni después.
Source: Al Akhbar