Observando de cerca la postura de MBS que, demasiado nervioso, esperaba que el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Zani, bajara las escaleras de su avión y luego pusiera un pie en la alfombra roja para participar de lo que la prensa saudí denominó como “una gran reunión”, el observador informado se apresura a comprender una cosa: Riad ha cosechado una amarga derrota.
Lo que algunos califican como un acuerdo entre Arabia Saudí y Qatar es en última instancia solo una capitulación humillante de Muhammad Bin Salmán, ya que, según las informaciones, Doha no habría aceptado ninguna de las condiciones exigidas por Riad para la reanudación de las relaciones: romper con Irán, dejar de apoyar a los Hermanos Musulmanes y cerrar el canal Al Yazira.
Esta decisión saudí no parece haber sentado bien al presidente egipcio, Abdul Fattah al Sissi, o incluso a Bahrein, cuyo rey que por primera vez desde 2011, fecha de la ocupación militar de Bahrein por parte de los saudíes, desobedeció órdenes y boicoteó la reunión. Pocos días antes, Qatar denunció la intrusión de un barco de guerra de Bahrein en sus aguas territoriales.
Pero, ¿qué llevó a Ben Salman a aceptar este trato humillante? Obviamente, existe la perspectiva de una partida irreversible de Trump y la llegada al poder de Biden, conocido por sus vínculos con la versión de los Hermanos Musulmanes de Qatar y su poco aprecio aparente hacia el régimen de los Al Saúd. Pero es posible ver el contenido fundamentalmente anti-iraní de nuevo en el discurso de Ben Salman de este martes en el que pidió al “mundo entero que detenga el programa nuclear iraní”.
Al pie de las escaleras del avión qatarí e incluso mientras corría a encontrarse con Tamim, sin duda Ben Salman habría recordado todos los golpes recibidos en las últimas semanas incluyendo el misil Quds-2 yemení disparado contra Yeddah y el espectacular ataque al aeropuerto de Adén supuestamente asegurado por el ejército saudí.
Source: Press TV