Los medios de prensa occidentales no han sido suaves con el poder chino, que acaba de eliminar la limitación a dos mandatos del titular de la presidencia.
Por 2.958 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones, los diputados de la Asamblea Popular Nacional han aprobado el cambio de la Constitución china, que limitaba desde 1982 los mandatos presidenciales a dos de cinco años cada uno. La mayoría de dos tercios, que era un requisito para el cambio constitucional, se consiguió, pues, fácilmente..
Los medios occidentales han denunciado lo que denominan como “deriva autoritaria” de Xi Jinping, y han comparado a China con Corea del Norte. Ciertos periódicos han visto en Xi la reencarnación del fundador de la República Popular China, Mao Tse Tung.
Los medios chinos no comparten esta opinión, puesto que ha sido el voto masivo de los diputados del Parlamento el que ha dado plenos poderes al actual presidente chino. El diario nacionalista Global Times dijo en su editorial que las teorías políticas occidentales eran inútiles y anticuadas y no se aplicaban a la sociedad china.
“Estamos seguros que el mantenimiento del liderazgo de Xi Jinping es la clave del progreso de China. El sistema político occidental, que se ha aplicado en los últimos años en los países en vías de desarrollo, no ha aportado nada más que desorden y anarquía”, escribió el periódico en alusión a la espantosa experiencia de exportación de la “democracia occidental” a través de guerras o revoluciones de colores en Oriente Medio o Europa del Este.
Por su parte, el diario China Daily ha señalado que la reforma introducida por la Constitución no concede un poder de por vida a todos los dirigentes. “Algunos en Occidente, animados por ideologías fanáticas sobre China, proceden a efectuar falsas estimaciones”, escribió el diario chino.
¿De qué tiene miedo Occidente?
En un momento en el que las democracias occidentales conocen una crisis de identidad, la medida aprobada por la Asamblea Popular Nacional intenta ser una repuesta a las necesidades de un gigante que continúa su ascensión y que tiene proyectos claros y quiere dotarse de medios para su realización.
El experto francés Pascal Boniface señaló en un artículo: “Con 89 millones de miembros, el Partido Comunista de China representa una fuerza sin ningún equivalente. La legitimidad del poder no reside, sin embargo, en las obras de Marx o de Mao, sino también en el éxito económico del país. Desde el giro pragmático llevado a cabo por Deng Xiaoping al principio de los años setenta, 700 millones de chinos han salido de la pobreza”.
El autor compara las diferencias que existen entre el sistema estadounidense y el sistema chino, aunque ambos están sometidos al libre comercio. “Si hiciera falta hoy en día designar al hombre más poderoso del mundo, éste sería Xi Jinping. Donald Trump está inmerso en una serie de problemas internos, mientras que Xi Jinping tiene las manos enteramente libres. Xi se beneficia de las dificultades del sistema norteamericano para poner de manifiesto las ventajas del chino”.
Contrariamente a su homólogo norteamericano, el jefe de Estado chino puede beneficiarse de una visión a largo plazo de los intereses de su país y tomar decisiones en tal sentido.
Por su parte, el periódico The New York Times publicó el martes 27 de febrero un editorial en el que afirmaba que China y su presidente desafían seriamente a EEUU debido a su creciente poder mundial y regional.
“El presidente chino, Xi Jinping ha jugado su carta política más audaz con el objetivo de extender infinitamente su poder. Esto podría ayudar al presidente a no perder el control del complejo sistema de su país durante el tiempo que sea necesario para realizar su sueño de convertirlo en una superpotencia capaz de garantizar su influencia política y económica en el mundo entero”.
Rechazo al sistema occidental
Después de que China abriera sus puertas a Occidente a finales de los años setenta, EEUU y sus aliados trataron de integrar a China en el marco político y económico que ellos construyeron tras la Segunda Guerra Mundial esperando que los progresos económicos del país asiático conducirían a un cambio de sistema político. Sin embargo, tales esperanzas se han visto totalmente defraudadas, en especial tras la llegada al poder de Xi, que busca un camino propio para su país lejos del sistema liberal.
Desde la llegada de Xi Jinping al poder en 2013, él ha tomado las riendas del poder en el gobierno, el Partido Comunista, el Ejército y los medios. Ha impuesto sus puntos de vista en la educación y la cultura y ha incrementado el control sobre los medios sociales.
Esta evolución permite prever que Xi continuará aplicando sus programas, que han contribuido a hacer salir de la pobreza a millones de personas y a desarrollar sus industria estratégica, incluyendo la militar. El desarrollo económico chino permitirá a este país sobrepasar a EEUU como primera potencia económica mundial en un máximo de dos décadas. Las empresas chinas buscan hoy un acceso más fácil a los mercados extranjeros y trabajan prácticamente en todo el mundo.
Al contrario que sus predecesores, Xi ha optado por una política extranjera más asertiva, que se focaliza en la implantación de bases militares en el Pacífico Occidental y en África. La modernización del Ejército y el inicio de un programa por valor de un billón de dólares para el desarrollo de carreteras, puentes y redes eléctricas en Asia, dentro del marco de su proyecto para la Nueva Ruta de la Seda, y en África son dos de los proyectos estrella de Xi para el inmediato futuro.
China se presenta, pues, como un modelo alternativo al sistema occidental y esto tiene una buena resonancia en países como Ruanda, Camboya y Tailandia.
Source: Press TV