El ex secretario de Estado de EEUU, John Kerry, que negoció durante meses el acuerdo nuclear de forma directa con los iraníes, publicó el pasado sábado un artículo en el Washington Post en el que lanzó un fuerte ataque contra el presidente Donald Trump, afirmando que el acuerdo nuclear no debe ser un “juego” en manos del presidente estadounidense.
Kerry señala que el acuerdo ha preservado la seguridad nacional de EEUU. Él señala que el acuerdo llevó miles de horas de negociaciones con los iraníes y llegó después de que existiera información de que Irán tenía un stock de uranio suficiente para fabricar de 10 a 12 armas nucleares.
Las declaraciones de Kerry se vieron confirmadas por las declaraciones del ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Yavad Zarif, que advirtió que Irán podría reanudar el enriquecimiento de uranio a una tasa superior al 20% si EEUU se retiraba del acuerdo nuclear. Él llamó también a los países europeos (Francia, Reino Unido y Alemania) a ignorar a EEUU y mantenerse adheridos al acuerdo.
En primer lugar, la oposición de los tres países europeos significa un divorcio de hecho entre ellos y EEUU, y la Administración Trump en particular y una ruptura en el campo occidental. El resultado será una pérdida de influencia de EEUU en Europa y en todo el mundo, ya que ese país será visto como un estado que no respeta los acuerdos que suscribe. A esto hay que añadir que el apoyo al acuerdo es prácticamente unánime en el resto del mundo.
Los países europeos no quieren, en palabras de Federica Mogherini, la jefa de Política Exterior de la UE, otra crisis nuclear, además de la que ya existe en Corea, y esta vez mucho más cerca.
Fuera del campo europeo, la situación es aún más clara. Rusia y China están alineados con Irán y han incrementado su cooperación técnica con ese país, que ha recibido hace ya varios meses equipos militares rusos, como el sistema de defensa antiaéreo S-300. Irán es también hoy en día un gran país con una gran influencia regional e internacional y una fuerza de misiles capaces de responder a cualquier agresión norteamericano-israelí.
Source: El Washington Post