Nunca en la historia moderna un partido o resistencia ha sido sometido a golpes tan duros como los que sufrió Hezbolá en pocas semanas, con el asesinato de varios de sus líderes, incluyendo el Maestro de los Mártires, el secretario general Sayyed Hassan Nasralá.
Nunca ha habido tampoco un modelo como el de Hezbolá que se recuperó de estos golpes con una velocidad excepcional, y que ha sido sentida por todos, comenzando por el propio enemigo y terminando con los aliados del partido y su pueblo. Hay que decir que esta recuperación fue el fruto del trabajo y la previsión del propio Sayyed Nasralá, que unas semanas antes había hablado de la posibilidad real de su martirio. A pesar de su talento y carisma excepcional, Sayyed Nasralá no construyó una organización unipersonal sino una basada en la existencia de un gran número de cuadros políticos y militares, donde se pudiese reemplazar fácilmente a cualquier tipo de líder o responsable.
Esto se aplica también a líderes militares como Fuad Shukr, asesinado el 30 de Julio. Su martirio y el de otros líderes posteriormente, incluyendo el propio Sayyed Nasralá, inició un proceso para reforzar la protección de sus dirigentes y eliminar posibles brechas a la seguridad. El enemigo israelí creyó que la táctica de asesinar a líderes de la resistencia paralizaría a esta última. Sin embargo, por más dolorosos que fueran estos golpes, no hubo espacio para ninguna parálisis de sus actividades, incluyendo las operaciones armadas destinadas a la defensa de Gaza y el Líbano.
En cuestión de pocos días, se reanudó la comunicación entre la dirección principal y los funcionarios de las unidades militares que elaboraron planes rápidos para gestionar el terreno en línea con los nuevos hechos. Y los miembros de la Shura del partido tomaron la decisión, anunciada oficialmente el 28 de octubre, de nombrar al vicesecretario general de Hezbolá, Sheij Naim Qassem, como nuevo secretario general, además de promover una dirección colectiva que gestiona los aspectos políticos y militares.
Los opositores internos a Hezbolá, en coordinación con la embajada estadounidense en Beirut, lanzaron una campaña para decir que Hezbolá estaba orgánicamente vinculada a la figura de Sayyed Hassan Nasralá, y que no había alternativa a él. La embajadora de EEUU, Lisa Johnson, hizo circular entre políticos afines y figuras de los medios de comunicación que “la cuenta atrás para el fin de Hezbolá” había dado inicio tras el martirio de Sayyed Nasralá y afirmando que Hezbolá había entrado en un momento de parálisis.
Mientras tanto, un proceso en sentido contrario al deseado por Johnson y sus secuaces estaba teniendo lugar rápidamente. Hezbolá reorganizó su liderazgo y desarrolló planes para eliminar cualquier vacío en términos de personal y armamento. También expresó una posición política con respecto a todo lo que estaba sucediendo por medio del nuevo secretario general, Sheij Qassem, y el jefe de relaciones con los medios de comunicación de Hezbolá, Hajj Muhammad Afif, que mantuvo reuniones para explicar la situación y que se mantuvo en su papel a pesar de la amenaza a la seguridad a la que se ve expuesto.
Además, se inició la actividad gradual de los diputados del bloque Lealtad a la Resistencia, lo que permitió al partido restablecer en tres semanas las conexiones políticas y no políticas que necesitaba, según un plan que determinaba con quién comunicarse durante este período.
Lo más importante que Hezbolá restauró es el mecanismo de control. Sin embargo, este mecanismo ha adquirido una forma más sólida, basada en el hecho de que los golpes que ha recibido el partido lo han llevado a un nuevo nivel con mucha firmeza, severidad, rigor y búsqueda de errores. Todos también comenzaron a notar la presencia de una nueva mentalidad en la toma de decisiones.
Pero lo sorprendente de la personalidad de Sheij Qassem es que muchos aspectos de él son desconocidos. Quienes lo conocen de cerca saben que su experiencia religiosa se remonta a muchos años antes de la fundación de Hezbolá, y que fue uno de los círculos cercanos del fallecido Sayyed Mohammad Hussein Fadlalá. La otra cara de su personalidad está representada en su papel administrativo, pues fue él quien asumió tareas ejecutivas que requerían habilidad administrativa, además de los mecanismos de trabajo que se imponen en un partido de la resistencia. Muchos no saben de él es que es una de las figuras más firmes dentro del partido y uno de los funcionarios que mejor conoce las condiciones del Estado y sus instituciones, incluyendo el Parlamento y el gobierno. Tiene una amplia experiencia en el funcionamiento interno de todas las fuerzas políticas.
Se considera también uno de los más estrictos en cuanto a la forma de tratar con las fuerzas externas que apoyan a “Israel”, especialmente los estadounidenses y algunos europeos. También es uno de los dirigentes más estrictos de Hezbolá hacia las fuerzas internas conocidas por su hostilidad hacia la resistencia. No es de las personas que vaya a ceder en muchos asuntos, y hoy siente que su responsabilidad de proteger al partido y el país es muy grande. Sabe que ahora está consagrado al expediente de la guerra y la confrontación, pero su mirada hacia el interior está vinculada a su posición sobre las injerencias externas y la facilidad con la que algunas fuerzas interactúan con estas intervenciones.
En resumen, Hezbolá sigue siendo el mismo movimiento que fundó y lideró Sayyed Hassan Nasralá durante más de tres décadas, pero al mismo tiempo ha experimentado un proceso de recuperación y desarrollo en medio de una guerra, que le llevará a incrementar su poder e influencia en el Líbano y fuera de él. Y esta vía al éxito es el legado principal que Sayyed Nasralá dejó al partido, además de su pensamiento y su figura inmortal que mantendrá siempre su liderazgo intelectual y su pensamiento entre las nuevas generaciones.